Por allá a principios de los 90 sonaba Juan Luis Guerra deseando que lloviese café en el campo. No era una buena etapa de mi vida, cosas tristes estaban pasando, pero la canción es bien bonita… Ojalá que llueva café en el campo, que caiga un aguacero de yuca y té, del cielo una jarita de queso blanco, y al sur una montaña de berro y miel… ojalá que llueva café… pa que todos los niños canten este canto… ojalá que llueva café en el campo… Merengue, bachata, salsa… me encanta, los pies bailan solos.
Mi cuñado y mi hija me pidieron que les hiciese una cajita para guardar las capsulas de café y una bandeja. Debió de ser un proyecto que me emocionó mucho porque me puse a ello y he hecho toda una colección. Bueno… ya veré que hago con ello, lo mismo lo pongo en wallapop o en Trueketeke.
Las cajas y bandejas están decoradas con fotocopias de fondos e imágenes de internet, algunas son de descarga libre, en otras hay que pagar una pequeña cantidad, y algún otro papel utilizado son cartulinas de scrap. Las fotocopias de internet tiene el problema de no poder barnizarse, pes la tinta se corre. Pero se le puede aplicar un barniz en spray. Estoy ensayando con polimérico liquido y luego barniz, ya os contaré como termina el experimento. Son recortes de papel unidos y mezclados con otros tipos de papeles. También descargue etiquetas de café, se recortan, se pegan en un soporte y voilá !! algo para decorar…
Las siluetas son de Dayka, me encantan los materiales que tienen, son un poco caros, pero son muy bonitos.
Hace mas o menos un año que empezamos a ir dando forma a esta boda. Nunca antes se me había ocurrido indagar en páginas y blog sobre estos asuntos. A día de hoy creo que puedo hacer una tesis doctoral sobre decoración y detalles para bodas y eventos.
Disponíamos de diez meses para organizarlo todo. Montones de ideas y la difícil tarea de empezar a seleccionar. Jarrones altos, bajos, medianos, orquídeas, o margaritas, alfombra blanca o dejamos la morada, adornamos las sillas de la ceremonia o se quedan tal cual… Y un factor muy importante, encontrar una persona, un profesional que nos ayudase a realizar nuestros proyectos. No fue fácil. Hay sitios de ceremonias dónde lo dan todo hecho, va todo en el mismo pack, pero este no fue nuestro caso. Nosotros fuimos juntando distintos profesionales, y había que coordinarlos. Les dimos nuestras ideas, les dimos los materiales y ellos nos ayudaron a hacerlo realidad.
El lugar que eligieron los novios es una finca de un pequeño pueblecito de Guadalajara. Una ceremonia civil, oficiada por la alcaldesa, un encanto de mujer, de esas personas que todo lo facilita. Será porque su nombre es Felicidad, no se, pero buen augurio en acontecimientos como este.
Mi tía tenía una casa en un pueblo de Andalucía. Y la casa tenía un patio muy grande, precioso, con palmeras, una parra, limonero, su higuera, la hierba Luisa, un pozo y un corral. Y el corral tenía gallinas. Y un gallo. Y las gallinas eran de las de verdad. De esas que picotean de todo, que viven entre paja. De esas que tienen una larga vida. De esas que en nuestros tiempos son difíciles de encontrar.
Encima del corral había un pajar, que por tener, tenía hasta una bruja. Se llamaba Atanasia y disponía de dos caras. Creo recordar que una era verde y la otra roja. Por supuesto, una buena y otra mala. En la infancia estas cosas están bien escindidas, para no confundir.
La existencia de este personaje hacía que dar de comer a las gallinas resultara un poco estresante. Era como si unos ojos vigilasen cada movimiento que hacíamos. Darles de comer era todo un ritual. En la sobremesa troceábamos los restos de la comida. Recuerdo sobre todo hacer trocitos la corteza del melón y la sandía.
Lo peor de todo es que debajo del pajar también estaba el water, pues la casa de mi tía era muy antigua y no tenían aseo en el interior.. Creo que alguno de mis problemas intestinales se gestarón en aquella época, pues según me contaban yo mostraba cierta resistencia a ir sola al retrete.
En fin… historias de la infancia. Ese mundo mágico en el que crecemos y al que tenemos que decir adiós cuando asoma la adolescencia. Mundo de ogros, hadas, brujas…. y gallinas.
La elaboración de los platos la encontrareis en otras entradas. De tods formas, os remito a tutoriales sobre decoupage en vidrio de Youtube que son estupendos.
La caja está realizada también en decoupage, ya sabeis… recortar y pegar.
El detalle de la gallina está realizado con arcilla polimérica, la marca comercial mas conocida es Fimo y con un molde. Es un material interesante que cuando se le coge el gustillo da para mucho y es muy divertido. Hablaremos de ello en otra entrada.
Es el título de una novela muy bonita, una historia de amor donde a través de sus personajes se confrontan dos culturas, la Occidental y la Oriental. Al final, parece que pueden convivir las dos. Si cuando se pone voluntad todo es posible.
Un día, hace ya mucho, me “encargó” mi hija una caja para guardar bolsitas de té.
Utilicé papeles de fibra natural con motivos japoneses y servilletas. Los accesorios los encontré en algún sitio y otros los he fabricado. Y por último está lacada. Es laboriosa de hacer, así que hay que tomarselo con calma.
Está rematada con pan de oro.
Cada papel tiene un dibujo diferente.
Hoy entra oficialmente la primavera. Y en su honor he puesto esta entrada llenita de margaritas. Es una de las flores que mas me gusta, en todas sus variantes.
Recuerdo que de niña, en primavera y verano mi padre nos llevaba a un sitio precioso de la provincia de Jaén. Se llamaba, y tal vez aún se llame, La Aliseda. Por Abril y Mayo se llenaba de margaritas y amapolas. Uno de esos espectáculos preciosos que nos regala la vida.
En una de las servilletas que he encontrado para decorar un platito de cristal he descubierto la historia de Daisy.
Daisy es una margarita de la familia “Ojo de buey”. Son esas florecillas pequeñitas, blancas o amarillas que encontramos por los campos, esas que solemos llamar “manzanilla”. Parece que hay unas docientas especies de margaritas. Las ojo de buey dicen que son amadas y odiadas a la vez. Ya veis, como la vida misma. La razón de ello, es que hubo un tiempo en que fueron una plaga sobre los pastos y cosechas de Europa.
Esta es una de las primeras cajitas(la segunda o tercera) que hice cuando descubrí por casualidad el mundo del decoupage. En realidad no es un trabajo de decoupage, pues está forrada con papel de pliego que es mucho mas grueso que una servilleta, está a medio camino entre una cartulina y una servilleta. La etiqueta está hecha con el powerpoint y las margaritas que decoran la tapa ni recuerdo de donde las saqué. Tengo especial cariño a esta y otras cajitas que hice en mis inicios. Me gusta conservarlas, son parte de mi pasado, de mis recuerdos, por lo tanto, de mi misma, como La Aliseda.
Para el proceso de elaboración os remito a otras entradas donde explico la técnica del decoupage en madera y en vidrio.
Me encantaría poder trabajar la cerámica. Las arcillas, los barros, la porcelana, el vidrio… decorar con esmaltes y pigmentos de los de verdad. Pero claro, todo esto supone instalar y manejar materiales y herramientas que requieren de espacios físicos preparados para ello y mi familia no está dispuesta a consentir que sustituya parte del mobiliario por tornos y hornos que alcancen los 1200º en plan calderas del Titanic. Yo les comprendo y acepto las limitaciones que la realidad me impone. De momento me contento con las escasas clases de cerámica a las que una vez por semana asisto, pues mis otros quehaceres no me dejan mas tiempo para dedicarme a estos mis placeres.
Decorar objetos de loza o porcelana con pinturas cerámicas frías (de baja temperatura 160º-180º, o sea, horno casero) mezcladas con decoupage u otras técnicas, sólo tiene de común con el arte de la cerámica el soporte que utilizamos. Nos movemos en el terreno de “las manualidades”, artes menores pero igual de complejas, bonitas, divertidas y muy creativas.
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De París se pueden decir muchas cosas, menos que resulta indiferente. Es una ciudad increible. C’est magnifique. Es de esos lugares que se meten en tu vida y al que añoras volver. Pasear por Paris es un continuo descubrimiento, cada rincón sorprende. Cuando parece que ya lo has visto todo, doblas la esquina y ¡oh! una plaza, una iglesia o una tienda llena de ese glamour que solo tiene Paris.
C’ est la vie es una típica frase francesa que se suele decir para consolar a alguien cuando le sucede algo malo.
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Un día me regalaron en el supermercado dos bandejas, una amarilla y otra verde. Son detalles que hacen para premiar la fidelidad del cliente, lo cual se agradece, pero a veces dudo si es premio o castigo, pues hay algunos objetos difíciles de dar uso.
Estas bandejas andaban por mi casa de un lado para otro, en la ambivalencia de si las mandaba a la basura o volvían al fondo del armario. Me da pena tirar objetos que con algún arreglillo pueden llegar a ser útiles, es mi vena reparadora, tendencia que en el mundo actúal está muy mermada. Eso de reparar no se lleva, se trate de objetos, de relaciones personales o de lo que sea. Pero, bueno, volvamos a la bandeja. Os la voy a presentar tal como era….
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Tengo un hermano que desde niño ha sido un “cocinilla” en el mejor sentido de la palabra. Este apego por los fogones le acarreó algún que otro encontronazo con mi padre, pues por aquella época el hecho de que un varoncito se mezclara con sartenes y tarteras provocaba pánico, ya que cuestionaba su futura “hombría”. Ni siquiera pensando en “los grandes chef” podían tolerar que su interés se colocara en otros lugares, pues el futuro profesional de mi hermano ya tenía destino, y mi padre no iba a consentir que nada ni nadie se interpusiese en él.
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Estas navidades corría por los móviles un politono y un video de un “pollito”, Il pulcino pio. No sé como deciros… se metía en la sien de tal forma que a fechas de hoy, pasados casi dos meses , aún me descubro tarareando el dichoso pulcino pio.
Para aquellas personas que no lo conozcan y quieran saber del tal pulcino pueden encontrarlo en Youtube en todas las versiones inimaginables. La historia va de un pollito que está en la radio y allí van llegando por turnos una gallina, un gallo, un pavo…. perro… cabra…. cordero…. cada uno con su onomatopeya, repitiendo la secuencia una y otra y otra vez…hasta que llega el tractor que ocasiona el trágico final del pobre pulcino, final que ya antes muchos habíamos deseado…
Hace tiempo hice una bandeja con un pulcino. Quedó simpática, la canción en el fondo también tiene su gracia, sobre todo el video….
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