Hace mas o menos un año que empezamos a ir dando forma a esta boda. Nunca antes se me había ocurrido indagar en páginas y blog sobre estos asuntos. A día de hoy creo que puedo hacer una tesis doctoral sobre decoración y detalles para bodas y eventos.
Disponíamos de diez meses para organizarlo todo. Montones de ideas y la difícil tarea de empezar a seleccionar. Jarrones altos, bajos, medianos, orquídeas, o margaritas, alfombra blanca o dejamos la morada, adornamos las sillas de la ceremonia o se quedan tal cual… Y un factor muy importante, encontrar una persona, un profesional que nos ayudase a realizar nuestros proyectos. No fue fácil. Hay sitios de ceremonias dónde lo dan todo hecho, va todo en el mismo pack, pero este no fue nuestro caso. Nosotros fuimos juntando distintos profesionales, y había que coordinarlos. Les dimos nuestras ideas, les dimos los materiales y ellos nos ayudaron a hacerlo realidad.
El lugar que eligieron los novios es una finca de un pequeño pueblecito de Guadalajara. Una ceremonia civil, oficiada por la alcaldesa, un encanto de mujer, de esas personas que todo lo facilita. Será porque su nombre es Felicidad, no se, pero buen augurio en acontecimientos como este.
Un día me regalaron en el supermercado dos bandejas, una amarilla y otra verde. Son detalles que hacen para premiar la fidelidad del cliente, lo cual se agradece, pero a veces dudo si es premio o castigo, pues hay algunos objetos difíciles de dar uso.
Estas bandejas andaban por mi casa de un lado para otro, en la ambivalencia de si las mandaba a la basura o volvían al fondo del armario. Me da pena tirar objetos que con algún arreglillo pueden llegar a ser útiles, es mi vena reparadora, tendencia que en el mundo actúal está muy mermada. Eso de reparar no se lleva, se trate de objetos, de relaciones personales o de lo que sea. Pero, bueno, volvamos a la bandeja. Os la voy a presentar tal como era….
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